Leonidas Irarrázaval

China, cada vez más presente

El chino sigue apegado a su vida y aparentemente no le interesa el extranjero como persona

Por: Leonidas Irarrázaval | Publicado: Martes 8 de febrero de 2011 a las 05:00 hrs.
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La palabra China significa Reino del centro del globo. Suena pretencioso desde el punto de vista geográfico. Pero no tanto como Isla de Pascua que en idioma rapa nui se llama Te pito te henuao el ombligo del mundo. Ningún territorio puede pretender ser el centro de la Tierra. Pero para allá va China, al menos en sentido figurado. Uno de cada seis habitantes de la tierra es chino y ahora no es solo el país mas poblado sino que en algunas décadas será el más importante de todos. Recientemente ha desplazado a España como el segundo país más visitado después de Francia.



Hasta hace más o menos diez años China era un misterio en muchos sentidos. Recuerdo haber dado entonces una serie de conferencia sobre China que se repitieron varias veces durante ese año. Las iniciaba con un resumen político y económico de esa nación de siglos de existencias. Después de mi disertaba la esposa de un diplomático que había vivido cuatro años en Beijing, contándonos su vida diaria en bicicleta, haciendo sus compras para la casa. Cerraba la sesión un periodista que había sido becado durante dos años para estudiar chino en Shangai, confesándonos que todavía no podía expresarse con fluidez en ese idioma. En resumen, la incógnita de China continuaba casi íntegra. Lo que nosotros explicábamos era un mínimo y quedaba casi todo por aprender.

Ahora no es así. Concurren a China cada día más extranjeros pero básicamente para hacer negocios, además de los turistas que quieren ver la gran muralla o el Palacio Imperial. He conversado recién con un funcionario de un banco francés con una importante Agencia en Hong Kong. Las transacciones con Francia y el resto del mundo son espectaculares. Para Chile, China es el principal comprador. Pero el contacto con los chinos se realiza estrictamente para negociar. De su intimidad, de sus hogares y familia, nada o casi nada. Los extranjeros no hemos podido cruzar ese umbral. Por carencias de idiomas, precaución, temor o cautela. El chino sigue apegado a su vida y aparentemente no le interesa el extranjero como persona.

Hace 40 años, en París, me correspondió finiquitar los cientos de detalles materiales de la reanudación de relaciones entre Chile y China. El Acuerdo Básico lo había firmado el embajador Enrique Bernstein, en nombre del recién asumido gobierno de don Salvador Allende. El embajador Bernstein regresó a Santiago y fue sucedido dos meses después por don Pablo Neruda.

Como Encargado de Negocios a.i. traté todos los detalles de la instalación de las sedes diplomáticas en Santiago y Beijing. Esta vez me enfrentaba a un gobierno comunista que nada tenía que ver con Antiguo Imperio, con el cual habíamos tenido relaciones hasta la llamada Gran Revolución.

En esas semanas aprendí lo que es la minucia de llegar a un acuerdo con los chinos. Recuerdo haber ido varias veces a pedir consejo a un amigo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, especialista en Asia y casado con Chilena. Su respuesta era siempre la misma. Se resumía en lo siguiente: Paciencia, paciencia, y más paciencia Como la de ellos. Después ustedes no tendrán nunca un problema con los chinos si todo ha quedado perfectamente incluido en el Acuerdo. Felizmente así a sucedió en todas estas décadas de una feliz y cada día más próspera relación.

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